martes, 27 de junio de 2023

Las criadas


El orden debería haber sido al revés –pero este no es el orden de una historia sino de citas. Primero vi una representación de la obra Las criadas y, luego, eso evocó San Genet, comediante y mártir, y de ahí a El idiota de la familia...Los títulos y autores linkean y se linkean (incluso con libros olvidados o, peor, abandonados sin lectura en algún estante bajo el peso del polvillo). Pero el asunto es que primero fue la representación de Las criadas, y la trama de odio y amor entre esclavos y amo, entre oprimidos y opresores. Se estrenó después de la posguerra. Dicen que fue un escándalo (no parecía cumplir con la normativa de la consolación burguesa pero tampoco con el optimismo revolucionario de algún realismo socialista, por consiguiente: tenía que inventar a su público). Todavía resuena.

CLARA (que ha quedado sola). —Porque la señora es buena, la señora es guapa, la señora es dulce. Pero no somos unas ingratas. Y todas las noches en nuestras buhardillas, como lo ordena claramente la señora, rezamos por ella. Nunca levantamos la voz. Y en su presencia ni siquiera nos atrevemos a tutearnos. ¡Así es como la señora nos mata con su dulzura! Con su bondad la señora nos envenena. Porque, ¡la señora es buena, la señora es guapa, la señora es dulce! Nos permite tomar un baño todos los domingos en su propia bañera. A veces nos tiende una peladilla. Nos inunda de flores marchitas. La señora nos prepara las tisanas. La señora nos habla del señor hasta darnos celos. Porque, ¡la señora es buena, la señora es guapa, la señora es dulce!

En la obra, dirigida por Darío Serantes, el papel de las criadas lo interpretan hombres. Pensé que se trataba de algún elección sobre la base de tendencias contemporáneas hasta que leí la siguiente cita atribuida a Jean Genet:

“Si tuviera que hacer representar una pieza teatral en la que actuaran mujeres, exigiría que ese papel estuviera a cargo de adolescentes y se lo advertiría al público por medio de un cartel que permanecería clavado a la derecha o a la izquierda del escenario durante toda la representación” (708-709).

En su estreno fue interpretada por mujeres, pero Sartre explica este voluntad de travestir a los personajes por la necesidad de producir un sentido de “irrealidad”, pero sobre todo a que los personajes son "inauténticos":

“...falsa sumisión, falsa ternura, falso respeto, falso agradecimiento: todas sus maneras de comportarse mienten. Nos vemos obligados a creer que esta falsificación se debe a a las relaciones falsas que mantienen con su señora: cuando recuperen su soledad de dos recuperarán también sus verdaderos rostros.” (716-717)

Un sugerencia: ver la obra y no perderse la lectura que hace Sartre en el ensayo que coloca al final de San Genet, comediante y mártir (las dos últimas citas están tomadas de ese libro, publicado por editorial Losada; se consigue digitalizado en internet). 

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